viernes, 24 de septiembre de 2010

El invento de la misa castellana. Sobre el artículo del obispo de Segovia

Reproducimos aquí, este magnífico artículo (que en algunos puntos es más que opinable) que da una serie de argumentos muy sólidos en contra de ese batiburrillo llamado "misa castellana". Algunos progres, patéticos nacionalistas castellanos y bastante del común del pueblo castellano quiere hacer bandera de "tradicionalismo" con falsas tradiciones y de ser más castellano que el Cid. Ante todo apuntar que estos sacrilegios han sido consentidos siempre por la jerarquía eclesiástica, de arriba a abajo, y que no dejan ser de un fruto podrido del Concilio Vaticano II (Señor obispo entérese bien). ¿Cuándo nace la misa castellana? Con el nacimiento del nacionalismo castellano finales de los sesenta y los setenta. ¡ohhh! ¡Casualidad! Justamente cuando se desarrollaba el CV2 y se aplicaba. Donde la nueva misa es la aplicación más evidente de la reforma conciliar. Y ahora que es la misa sino que un espectáculo circense y adaptado a las herejías de Lutero y Calvino. Estos espectáculos están animados por alcaldillos advenedizos e ignorantes y por curas modernistas. ¿Y es ahora cuándo salta el obispo de Segovia?, cuarenta años después. ¿Y qué se espera el señor Obispo? De árboles malos, frutos malos (Mt VII,16-20).

Ahora bien, del obispo de Segovia no se esperen tampoco mucho. Porque un servidor le ha oído predicar y alguna herejía sobre la misa ha soltado. Sobre todo al compararla con una cena y sobre que [...]" por eso hay una mesa en todas las iglesias" (dudo de que el señor Obispo se haya leído la sesión XXII del Concilio de Trento [Dz 937-956]) No podemos esperar otra cosa del árbol malo..., y menos cuando su propia curia será quien interprete a su antojo si esa "misa" es lícita o no. Que esperamos si la doctrina católica está totalmente desvirtuada, no se puede hacer frente a casos como estos y otros muchos peores. Es ahí, donde siempre ha incidido la Hermandad San Pío X. No es un problema en el fondo de rito o liturgia. Es un problema doctrinal. Y esto no lo podrán solucionar ni la San Pedro, ni Cristo Rey tampoco. Porque ellos tienen atados las manos en este terreno. Y sólo viven parasitando a la Hermandad donde les dejan los ordinario (eso si les dejan). Ahora mismo nadie, me atrevo a afirmar, en la diócesis conoce la verdadera definición de la Santa Misa. Y esto es un ejemplo, ¿en cuántas cosas más se errará?

La cosa es muy grave en Segovia. Porque no son pocos en los pueblos que el día de la fiesta montan tales expectáculos bochornosos, con letrujas e instrumentos que no sólo no tienen nada que ver con la Tradición, sino que la enmiendan y además denigran el culto. Ya su predecesor Luis Gutiérrez CMF intentó algo. Pero como don Ángel, todo quedará en agua de borrajas. Se avisa, esto no es sino la la punta del iceberg. Falta de curas, sin vocaciones, el bajísimo nivel espiritual y doctrinal del clero, la asistencia exigua a los sacramentos y oficios litúrgicos, zancadillas a la verdadera misa...

Beato Hieroteus. Ora pro nobis





Hablando de música popular religiosa tradicional, la única misa castellana es la misa en latín. Por la sencilla razón de que la única forma de cantar la misa (o de oírla cantar) que siempre conocieron los castellanos (y los riojanos y andaluces y asturianos y murcianos, y todos los demás pueblos y naciones del orbe católico) fue durante más de diez siglos la misa en latín. Por estas tierras de Zamora, en Andavías, sobrevive todavía un raro ejemplo de una centenaria misa en latín, que está de actualidad últimamente.
La misa en latín desapareció de la práctica general hacia 1965, después de un lento proceso de agonía, a consecuencia de causas muy complejas que no es del caso aclarar aquí. Y a los pocos ejemplos que quedaban vivos les dio la puntilla una forma restrictiva de entender el uso de las lenguas vivas en las celebraciones litúrgicas introducido por el concilio Vaticano II. Fue por entonces cuando comenzaron a cantarse los textos de la misa en castellano y en todas las lenguas vivas, sustituyendo al latín.
Comienzo aclarando, por tanto, que lo que se ha dado en llamar misa castellana no coincide con lo que significa misa en castellano, de la que hay muchos ejemplos, algunos muy dignos, en los últimos cincuenta años. La misa en castellano consiste en tomar los textos de la liturgia de la misa traducidos, poniéndoles nueva música para que se canten. Mientras que la misa castellana es un invento neopseudofolclórico (¡toma neologismo!) que consiste, al revés que la misa en castellano, en tomar previamente melodías de música popular tradicional “castellanas” y pegarles un texto que por su contenido religioso las haga aptas (es un decir) para cantarlas durante la misa.
Enumero brevemente cada uno de los disparates que acumula este disparatado invento, pomposamente llamado misa castellana.

1. La misa castellana, aunque tome de la tradición algunos elementos, no es una práctica tradicional, sino un invento reciente de unos cuantos grupos y cantores folk. Como no quiero hablar contra nadie, sino hacer unas reflexiones sobre una práctica que considero absurda, no cito nombres que cualquier interesado en el tema puede encontrar en catálogos discográficos y en programas de fiestas, celebraciones y ciclos.

2. Las músicas que se toman para las misas castellanas son, en general, músicas de la calle, de la vida civil, de entretenimiento y pasatiempo, a las que se aplican textos litúrgicos o piadosos. Son casi siempre músicas que podemos denominar de divertimento. Músicas que, evidentemente, no son malas ni profanas, pero sí inapropiadas para el caso. Primero porque sus melodías y ritmos se inventaron y tradicionalmente se emplearon para funciones muy diferentes de la de servir para cantar un texto litúrgico. Y consecuentemente, por las connotaciones que traen a la memoria. Se producen así disparates que con frecuencia llegan a lo grotesco. Como cuando se canta, y valga como un ejemplo entre decenas de ellos, el texto Cordero de Dios con la melodía de la conocida muletilla Arriba, abajo, que a mi novia le he visto el refajo. Este es un caso bien claro, entre muchos, de que con esta práctica se ha superado la barrera de lo admisible, de lo decoroso, del buen gusto y del sentido común.
3. Como se trata de vender la moto de lo castellano, las músicas tienen que sonar a la tierra castellana. Por eso se toman ritmos de jota (los que más), de corridos, agudillos y llanos, de rondas y rondeñas (los menos). Y así en cada colectivo, comunidad o provincia. De este modo se pueden vender a la vez, y de hecho se venden, apoyándose en la misa, el hecho diferencial, las raíces culturales y los rasgos comunitarios. Siguiendo este principio, la misa manchega va por seguidillas y boleros, la gallega por muiñeiras, la andaluza por sevillanas y bulerías, la murciana por copeos, la canaria por isas, y la flamenca, madre y abuela de todas estas misas diferenciales, por soleares, martinetes, siguiriyas y saetas. Llevando las cosas hasta el límite, la misa zamorana se fabricaría sobre las músicas de El bolero de Algodre, El tío Babú, La Pajera, La rueda de Villalcampo, y otros etcéteras pertenecientes a nuestra riquísima tradición provinciana. (¡Atentos, que la misa zamorana puede aparecer algún día, al paso que va la burra. Prueba de ello es un canto piadoso navideño con música de El Bolero de Algodre que ya circula por ahí hace años!)
Estos inventos, además de ignorar (o abusar de) el poder evocador de la música, demuestran un grave desconocimiento de la tradición y de la práctica secular de la canción tradicional religiosa, que sin ser diferente de la profana, tiene un algo distinto, que aquí se ignora por completo. La distinción entre lo que en la música tradicional suena a religioso y lo que no debe sonar en un acto religioso estuvo siempre muy clara en la práctica, pero se ha olvidado hoy.

4. Los destinatarios de la venta de la moto misa castellana suelen ser cofradías y hermandades, particulares que quieren celebrar un acto religioso familiar o de grupo, y comisiones de fiestas, a menudo con el patrocinio de alguna institución pública. En muchos casos estos destinatarios van de buena fe y se tragan el anzuelo porque creen estar contribuyendo a una causa buena, a la vez que celebran un acto religioso.

5. En la mayoría de los casos la misa castellana es interpretada por un grupo o conjunto, quedando la asamblea reducida al silencio y a la simple escucha, contra todas las normas litúrgicas, que asignan a cada uno de los actores su papel como cantores dentro de la celebración. Porque es evidente que la misa castellana va más en la línea de las antiguas misas amenizadas (y amenazadas) que de la misa participada.

Y 6. La misa castellana, como todas las demás misas diferenciales, no se podría celebrar sin la autorización de párrocos un tanto ignorantes en cuestiones de música y de autoridades eclesiásticas permisivas que, afortunadamente, parece que comienzan a estar de vuelta de estos desaguisados tan evidentes. Por ello hago estas consideraciones con más ánimo de reflexión que de crítica, como quien estima el legado, la herencia de nuestra música tradicional, también la religiosa, y no soporta los disparates que con ella se están haciendo. Y mi intento no es otro que contribuir a aclarar las cosas desde el punto de vista de lo que para mí viene siendo objeto preferente de estudio y dedicación desde hace muchos años.

Remoquete final dedicado, con sorna pero sin ánimo de ofender, a los intérpretes-ejecutores de la misa castellana: aplicando la misma técnica en uso para la misa castellana, se puede confeccionar fácilmente una misa castellanoleonesa, invento todavía no explotado, que yo sepa. Es otra moto de diferente marca, que a lo mejor se puede empezar a vender como novedad. Anímense.


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